LOS 3 NIVELES QUE IMPACTAN SOBRE TU JUEGO INTERIOR

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Timothy Gallwei, considerado uno de los padres del Coaching moderno, fue uno de los primeros en demostrar la eficacia de un método integral de entrenamiento físico y mental en el mundo del deporte que posteriormente lo adaptó con éxito al mundo de los negocios. Jugador de tenis y entrenador, escribió un libro titulado «El juego interior del tenis» por el que se hizo muy conocido y que surgió fruto de su observación al ver personas que eran mediocres jugando al tenis pero que sin embargo ganaban partidos utilizando otras técnicas además de sus habilidades físicas como jugadores.

Timothy Gallwei se hizo la siguiente pregunta: ¿Qué hacen aquellas personas que ganan partidos aún cuando sus rivales son más habilidosos físicamente en la pista? Y llego a una conclusión: Siempre hay un juego interior que se está jugando en tu cabeza, independientemente del juego exterior al que estés jugando, de cómo te comportes en ese juego interior dependerá tu éxito o tu fracaso en el juego exterior.

Así pues, podemos concluir que tu juego interior determina tu juego exterior. Muchas veces somos nuestro peor enemigo. No es el adversario o los obstáculos externos los que muchas veces nos derrotan, sino nuestros propios pensamientos, miedos e inseguridades.

Por otro lado el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) describió lo que consideraba eran las tres fases, estadios o niveles evolutivos que toda persona debía atravesar para convertirse en un superhombre (o una supermujer).

Se trata de tres estadios o niveles evolutivos que hay que ir superando para poder ir evolucionando en ese juego interior que domina nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

A estos tres niveles de evolución Nietzsche los describió mediante las metáforas del Camello, el León y el Niño.

Camello, León y Niño

Toda la obra de Friedrich Nietzsche es un canto a la libertad y una invitación a que saquemos de nosotros mismos el valor necesario para superar las cadenas de los ideales y valores impuestos que no nos permiten desarrollarnos y desplegar todo nuestro potencial. No obstante, esta meta se alcanza mediante un proceso que toda persona debe afrontar de forma individual, un camino que nadie puede hacer por nosotros, y que implica el paso por tres fases expresadas por Nietzsche metafóricamente a través de la idea de las tres transformaciones en su obra Así habló Zaratustra.

Para Nietzsche, el peso del que deben librarse las personas para alcanzar la mejor versión de sí mismos es el condicionamiento al que han sido sometidas a través de la educación, la socialización y la inculcación de valores morales establecidos por la comunidad, la cultura o la sociedad.

Nivel 1. Camello

En esta primera fase, las personas no confían en sí mismas y su forma de pensar y de comportarse se asemeja a la del grupo social y cultural al que pertenecen, lo cual limita su potencialidad para desarrollarse plenamente. Al no tener una idea clara de sí mismos tienden a adaptarse al grupo, a una comunidad o a lo que hace la mayoría. Viven la vida a través del ego, del miedo y de la inseguridad. No se valoran y sus patrones de pensamiento y comportamiento son automáticos e inconscientes. Debido a esta falta de autoestima son obedientes y sumisos, conformándose con el modo de vivir establecido por otros.

En este nivel evolutivo se comportan como esclavos, aunque ignoran la cárcel mental en la que viven. No confían en sí mismos y siguen al rebaño sin hacerse demasiadas preguntas por los miedos y la responsabilidad personal que esto implicaría.

La figura del Camello representa a las personas que están llenas de compromisos y creencias limitantes cuyo juego interior, condiciona su forma de pensar y sus acciones, que están dirigidas por el «tengo que» o el «debería de», soportando una carga muy pesada sobre sus hombros que no les permite desarrollarse libremente. Finalmente, las personas terminan por acostumbrarse a un estilo de vida que no les satisface, pero que al menos les permite ser aceptados por los demás.

Algunas personas no salen de este primer nivel que condiciona su juego interior. Otras veces la persona experimenta una rebelión interna que lo impulsa a trascender el arquetipo del Camello y convertirse en León, dando el salto a la segunda fase evolutiva.

Nivel 2. León

El León representa la segunda fase evolutiva y aparece cuando la persona ha logrado darse cuenta de la carga que venía soportando comportándose como un «Camello» y es capaz de librarse de ella porque ha visto que esa forma de pensar y comportarse no tiene nada que ver con él o ella.

El León se mueve con más valentía que el Camello, es más fuerte, más ágil y feroz pero su pensamiento y sus acciones están ahora dirigidas por «quiero esto», «deseo lo otro». Entra en lucha con lo que sucede a su alrededor cuestionándose todas las premisas que hasta ahora había dado por ciertas. A menudo se rebela en contra del orden social establecido convirtiéndose en firme opositor al sistema del que antes era fiel seguidor.

Sin embargo, llega un momento en que el León se cansa de luchar para intentar cambiar la realidad, dándose cuenta que necesita evolucionar hacia algo mejor que le permita desplegar todo su potencial. Es entonces cuando el León da el salto y se convierte en Niño.

Nivel 3. Niño

El Niño representa según Nietzsche el último nivel evolutivo donde la persona encuentra su libertad, su autonomía y su confianza.

El Niño ha dejado atrás sus cargas (Camello), ha dejado atrás su lucha (León) y ahora se permite «jugar» con todo aquello que la vida le trae como lo haría un niño. De este modo ya no pone tanta atención a aquello que le falta o en aquello que le sucede, sino en cómo responde ante lo que se le va presentando.

La transformación en Niño permite a la persona abrirse a la creación de nuevas creencias y valores que le permitan ver la realidad de un modo distinto y disfrutar de todo aquello que va apareciendo en el camino. Aquí comienza de alguna manera la «reprogramación mental» para poder dominar su juego interior y así tener éxito en el juego exterior.

Y, tú ¿en qué nivel del juego interior crees que te encuentras en estos momentos? ¿Aún sigues cargando a tus espaldas con cosas que no tienen nada que ver contigo? ¿O quizá estés corriendo de un sitio para otro persiguiendo todo aquello que crees necesitar? ¿O tal vez ya has pasado por los dos estadios anteriores y te has dado cuenta de que lo importante es experimentar lo que la vida y las circunstancias te traen en cada momento? Ten en cuenta que sobre lo que ocurre a tu alrededor tienes poco control, sin embargo sobre cómo respondes a aquello que te sucede tienes todo el control y capacidad de respuesta. Si además tienes la actitud adecuada y estás entrenado para ello te resultará más sencillo, ¿no crees?

Recuerda: Camello, León y Niño son los arquetipos propuestos por Nietzsche para representar las 3 fases evolutivas que toda persona debería transitar para sacar a la luz su mejor versión y desplegar todo su potencial. Algo que sin duda va a ser clave para manejar eficazmente nuestro juego interior, lo que determinará nuestro éxito o fracaso en el juego exterior.

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