¿CUÁNTA TIERRA NECESITA UN HOMBRE?
Dicen que los cuentos están hechos para dormir a los niños y para «despertar» a los adultos, y precisamente esto último es lo que nos debería ocurrir a los adultos al escuchar el breve relato de León Tolstói del que os queremos hablar hoy. ¡Y preparaos porque también venimos con algunos datos interesantes sobre la actualidad y el mundo en el que vivimos!
Recientemente hemos vuelto a releer un breve relato de León Tolstói titulado “¿Cuánta tierra necesita un hombre?”. Si no lo conoces te lo recomendamos. Es un relato muy breve escrito 1886 que a día de hoy sigue estando de plena actualidad ya que sigue poniendo de manifiesto parte de nuestra naturaleza como seres humanos.
Lo cierto es que, si somos honestos, la mayoría de nosotros estamos perdidos y vamos por la vida sin rumbo, siguiendo los pasos que nos marca nuestro entorno y nuestra cultura, caminando al ritmo trepidante y muchas veces sin sentido que establece la sociedad. Así, desconectados totalmente del entorno natural y de nosotros mismos, nos perdemos en un sin fin de actividades, muchas de ellas para ganar dinero y para poseer cosas que la mayoría de las veces no necesitamos.
La mayoría de la gente no sabe hacia a donde va, pero está dispuesta a hacer cualquier cosa para llegar allí.
El momento actual que vivimos
A raíz de los acontecimientos que estamos viviendo actualmente donde la pandemia y otros acontecimientos más recientes están provocando ya una situación complicada como sociedad no vivida en nuestra historia más reciente, al menos en esta parte del mundo, es un buen momento para planteamos y cuestionamos el modelo de vida que hemos ido creando entre todos. Y no lo hacemos como crítica, ya que pensamos que hemos creado muchas cosas positivas que si las utilizamos adecuadamente nos van a ayudar mucho a afrontar los desafíos futuros, sino para que nos demos cuenta de hacia dónde nos lleva nuestro modo de vida si no somos capaces de redirigir nuestro rumbo individual y colectivo.
Hoy sabemos que los nuevos imperios ya no son las civilizaciones y culturas como en el pasado lo fueron la Egipcia, la Griega o la Romana, ni siquiera lo son las grandes naciones como Estados Unidos o China. Hoy en día los grandes imperios lo conforman los grandes «lobbies», grupos de presión, formados por las grandes corporaciones empresariales, económicas y financieras que operan a nivel mundial y que son capaces de doblegar a los gobiernos nacionales y supranacionales a sus intereses.
Los nuevos imperios económicos
Hoy estas macroentidades empresariales, que están muy presentes en nuestras vidas, campan a su antojo muchas veces con total libertad y es tal el poder que están adquiriendo que no es raro que nos conozcan mejor que nosotros a nosotros mismos. No hay nada más que ver sus campañas de marketing para darnos cuenta de cómo sus mensajes van dirigidos de una forma consciente y deliberada hacia nuestras emociones, hacia nuestros deseos y debilidades porque saben que activando dichos resortes conseguirán influir sobre nuestros pensamientos, emociones y conductas.
Las grandes plataformas como Google, Facebook, Whatsapp, Amazon o Netflix, conocen todos nuestros movimientos, nuestros gustos, preferencias e ideologías políticas y religiosas. A través de las geolocalizaciones de nuestros teléfonos, de nuestras búsquedas en la red, de nuestras publicaciones en redes sociales, de nuestros me gusta, nuestras visualizaciones o nuestras compras cuyos datos son monitorizados constantemente, analizados y puestos al servicio del famoso Big Data. Si hay algo que ya sabemos es que cuando algo te lo ofrecen gratis el producto eres tú y los clientes finales son los interesados en todos esos datos bien estructurados, definidos, analizados, estudiados y segmentados para elaborar campañas publicitarias de todo tipo con intereses comerciales o incluso electorales. ¿Somos conscientes de que esto está ocurriendo?
Algunos datos
Hoy queremos ofreceros algunos datos macroeconómicos que podéis contrastar en diferentes fuentes en Internet. Uno de ellos es que las 10 mayores corporaciones empresariales y financieras manejan más recursos que 180 países. A eso nos referimos cuando decimos que han aparecido nuevos imperios en nuestra historia contemporánea.
Así, si seleccionamos a las 100 mayores corporaciones internacionales, éstas manejan actualmente más del 50% de la economía mundial. Y si tomamos como referencia a las 200 mayores corporaciones internacionales empresariales y financieras éstas manejarían el 80% de la economía mundial.
Otro dato curioso es que se está reduciendo el número de estas megacorporaciones porque están continuamente inmersas en procesos de absorción, fusión o compra para hacerse más grandes, más fuertes y con más poder, reduciéndose su número casi a la mitad en los últimos 20 años, con lo que el poder se está concentrando cada vez más en menos manos. Aquí tienes a las 10 megacorporaciones que controlan casi todo lo que compras.
Los datos económicos nos indican que desde el año 2015 por primera vez el 1% de la población mundial acumula más riqueza que el 82% restante. Eso quiere decir que si somos unos 7.870 millones de seres humanos actualmente el mundo, hay unos 79 millones de personas que acumulan más riqueza que el resto de los 7.791 millones de personas.
Pero no acaba aquí la cosa, porque dentro de ese 1% hay un 1%, que acumula la mayor parte, es decir hay unas 790 mil personas. Y son este pequeño grupo de personas quienes poseen la mayor parte de las acciones de las grandes corporaciones empresariales y financieras de las que estamos hablando.
Si analizamos los grupos accionariales de estas grandes compañías nos encontramos que hay clanes familiares que tienen cabezas de familia que son quienes realmente dirigen el clan familiar. Finalmente, y para no caernos redondos con tantos números, la foto final es que unas pocas decenas de personas son las que dominan la economía mundial.
El breve relato de León Tolstói
Y te estarás preguntando qué tiene que ver todo esto con el relato de León Tolstói. Pues creemos que casi todo, porque una vez que lees este breve relato te das cuenta de las posesiones que realmente necesita un hombre… Pero tranquilos que no vamos a desvelaros el final del relato por si en algún momento os animáis a leerlo o escucharlo, aunque seguramente el final os lo podéis imaginar.
Tolstói, como hace en otros relatos como «La muerte de Iván Ilich» del que hablaremos otro día, no nos deja indiferentes frente a esta historia. Nos deja pensativos al relatarnos las desventuras de un hombre que busca el «progreso» a través de la acumulación, en este caso de tierras. Por el camino va pasando por todo tipo de penurias físicas y emocionales para hacerse con más y más extensión de tierra, buscando una falsa seguridad. Tolstói nos hace un paralelismo de la vida de este hombre con la vida de cualquier ser humano contemporáneo, relatándonos sus aventuras y desventuras mientras vive su vida y persigue lo que cree que es el «progreso».
Puedes escúchalo directamente aquí. Estamos seguros que no os dejará indiferentes.
Más importante que la carrera, es que te preguntes para qué corres.
Nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestro afán de dominar y controlar la vida nos llevan a veces a la famosa carrera de la rata de donde no podemos salir por no cuestionarnos nuestros objetivos, nuestras prioridades o nuestros valores; conduciéndonos a caminos muchas veces llenos de penurias, esfuerzos y sufrimientos donde nunca nada es suficiente. Por eso necesitamos retener, poseer y acumular todo tipo de cosas materiales e inmateriales con el fin de sentirnos seguros. Sin embargo, muchas veces son esas acumulaciones las que nos impiden avanzar y movernos con libertad y finalmente las cosas que creíamos poseer terminan por poseernos a nosotros haciéndonos sus esclavos.
En el otro extremo tenemos a personajes como Francisco de Asís que abogaba por la vida sencilla y que nos dejo titulares tan lúcidos como éste: «Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco».
Como todo en la vida, seguramente la respuesta esté en el camino del medio, es decir en buscar un equilibrio en nuestras vidas. Y quizá encontrar ese equilibrio es uno de los mayores retos a los que nos tenemos que enfrentar. Tener claros cuáles son nuestros objetivos, prioridades y valores, pueden ayudarnos, y vivir de un modo consciente y no de modo inconsciente y automático, en lo que Erich Fromm denominó La patología de la normalidad que podemos resumir en la famosa frase de Jiddu Krishnamurti: «No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma».
Y tú, ¿cuánta tierra crees que necesitas?