CONVERTIR LA MENTE EN TU ALIADA

 En Autonocimiento, Creencias, Desarrollo personal, Desarrollo profesional, Inteligencia Emocional

En un proceso de desarrollo profesional y liderazgo tenemos que ser capaces de reconocer qué tipos de pensamientos ocupan habitualmente nuestra mente y detectar cuándo estos son productivos y beneficiosos para nosotros y nos acercan a nuestros objetivos y cuando son improductivos y perjudiciales.

Podemos hablar de dos grandes grupos de pensamientos:

  • Pensamientos constructivos: Gracias a ellos evolucionamos, nos inspiramos y nos desarrollamos personal y profesionalmente. Nos hacen ser positivos en el presente y con vistas al futuro, nos ayudan a priorizar las cosas importantes, planificar y ejecutar en base a nuestras metas, ayudándonos a gestionar nuestro tiempo de un modo más eficiente. Son prácticos y útiles para poder alcanzar muchos de nuestros objetivos y materializar aquellos planes, ideas o negocios que queremos llevar a cabo.

Cuando tenemos pensamientos constructivos éstos nos hacen sentir satisfacción y generan sustancias químicas en nuestro cuerpo como la dopamina que nos ayuda a tener energía y un buen estado de ánimo.

Son pensamientos beneficiosos que nos aportan energía y vitalidad, estimulan nuestra mente y nos hacen estar más enfocados, orientándonos hacia un aprendizaje, creando unas conexiones neuronales que generan una energía favorable. Nos hacen sentir bien, con más seguridad, más confiados. Vemos más posibilidades, tenemos una perspectiva más amplia y nos permiten encontrar recursos para afrontar nuestros obstáculos.

  • Pensamientos destructivos: Son aquellos que aparecen cuando divagamos, damos muchas vueltas al mismo asunto, analizamos una y otra vez algo que ya pasó o pensamos en cosas negativas que podrían pasar en el futuro. Están fuera de la realidad, solamente son fantasías que están en nuestra mente.

Normalmente surgen de actitudes tipo: «Tendría que, debería de…». Surgen al pensar en el pasado o en el futuro, y estar poco en el presente. Nos lastran, no nos permiten avanzar hacia nuestros objetivos y nos restan mucho tiempo y energía. No nos conducen a ningún sitio y solo hacen que nos instalemos en la culpa, la queja o el victimismo si están relacionados con el pasado o en la intranquilidad, la incertidumbre o la ansiedad si tienen que ver con el futuro. Tienen un efecto negativo sobre nuestro cuerpo porque elevan el nivel de cortisol, la hormona del estrés, y nos hacen sentir mal.

Surgen cuando nos centramos solo en lo peor de nosotros e interpretamos la realidad de forma negativa. Empujados por ellos entramos en una espiral de negatividad que nos impide ver con claridad. Lo tiñen todo de negro y nos generan un malestar mental y emocional que somatizamos muchas veces en nuestro cuerpo físico.

Si en tu jardín han crecido malas hierbas, no importa lo positivo que te sientas hasta que no las arranques no van a desaparecer.

La mente es un instrumento muy poderoso si se usa correctamente, pero si no se usa adecuadamente la mente puede volverse muy destructiva. Aunque como hemos visto no se trata tanto de si la usas equivocadamente o no, sino que por lo general ella te usa a ti inconscientemente.

Lamentablemente, como hemos visto la mayoría de nuestros pensamientos son automáticos, basados en creencias y muchas veces destructivos, lo que implica que estemos negativos, nos bloqueemos, tengamos miedos, estrés, ansiedad y pocas perspectivas favorables hacia el presente y hacia el futuro.

Beneficios de gestionar adecuadamente nuestros pensamientos

Si conseguimos ser conscientes de estos pensamientos destructivos que nos lastran y no nos permiten avanzar y somos capaces de transformarlos poco a poco en pensamientos constructivos y beneficiosos para lograr nuestras metas, estaremos creando las condiciones idóneas para afrontar nuestros objetivos con mayor eficacia y confianza.

Piensa en los beneficios que conlleva la gestión de tus pensamientos en tu día a día: pasar del “no soy capaz de sacar este proyecto adelante”, “no estoy preparado para hacerlo”, “me va a salir mal”, ”¿y si no lo consigo?”… al “estoy capacitado para hacerlo y me he preparado para conseguirlo”, “voy a poner en practica lo que he aprendido y lo voy a hacer lo mejor que sé”, “va a ser una buena reunión y vamos a sacar cosas positivas para seguir mejorando nuestra cooperación y conseguir mejores resultados”…

Observar nuestros pensamientos destructivos para convertirlos en constructivos será una estrategia clave para desarrollarnos tanto a nivel personal como profesional.

Recuerda que la mayoría de las veces nosotros no elegimos nuestros pensamientos, por lo que es necesario empezar a ser conscientes cada vez más de la mayor parte de los pensamientos que pasan por nuestra cabeza, algo que podemos conseguir con entrenamiento diario para que nuestros pensamientos sean realmente nuestros, jueguen a nuestro favor y sean fuente de inspiración, bienestar y energía para nosotros.

Prestar atención a nuestro diálogo interno y aprender a gestionar nuestro pensamiento es una parte esencial en un proceso de Coaching Ejecutivo. La mente divaga y la mayoría del tiempo está perdida en sus propios pensamientos perdiéndose el momento presente y reduciendo tu capacidad de atención y concentración. Darte cuenta de esto es ya en sí mismo un buen punto de partida para comenzar a gestionar tu pensamiento de un modo más eficaz.

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