EL PODER DE LA AUTODISCIPLINA

 En Autonocimiento, Desarrollo personal, Desarrollo profesional, Productividad

Uno de los mayores obstáculos a la hora de lograr cualquiera de nuestros objetivos es ganarle la batalla a la inacción y para ello vamos requerir de altas dosis de disciplina.

La disciplina tiene mala fama porque a menudo es identificada con el esfuerzo, con vencer una resistencia y no vamos a negar que parte de eso puede haber en la disciplina, sin embargo hoy queremos acercarnos a la disciplina desde un punto de vista más amable, para que acercarnos a ella no signifique enfrentarnos a algo que asociamos en nuestra mente como algo agotador que requiere toda nuestra energía.

La realidad es que la verdadera autodisciplina no debería de ser impuesta sino que debería de surgir de nuestro interior y tendría que estar muy relacionada con tenernos suficiente estima como para ponernos en acción para lograr aquello que deseamos o que es bueno o sano para nosotros, pero para ello tenemos que comenzar por querernos y tener una adecuada autoestima.

Antes de comenzar a hacer algo primero tendremos que ser capaces de ver que aquello que deseamos alcanzar es lo suficientemente valioso para nosotros, de lo contrario ya sabemos lo que va a pasar: lo despacharemos con el típico «no tengo tiempo». Que en realidad no quiere decir nada más que «tengo otras prioridades» o «eso no me parece importante».

La acción como motor de la motivación

Un aspecto clave que tenemos que tener en cuenta también sobre la autodisciplina es que la motivación para empezar a hacer algo suele ser una consecuencia de la acción, eso sí, una vez que internamente has decidido incorporar algo a tu vida porque lo consideras valioso. Así, podemos decir que la mejor manera de motivarse una vez que has decidido incorporar algo a tu vida es actuar para luego motivarte al ver los beneficios.

Ten en cuenta que no toda acción es exterior (comportamiento) sino que mucha va a ser una acción interior (mentalidad). Si tu estrategia se va a basar en forzar tu voluntad, estás jugando en tu contra.

La motivación entendida como intentar convencerte a ti mismo o a otros de que algo es bueno sin que uno mismo lo vea puede llegar a ser algo desolador. Mejor primero descubre aquello que crees que es valioso para ti y luego incorpóralo a tu vida con la herramienta de la autodisciplina. Porque la fuente de la energía para hacer algo tiene que ser la pasión.

Así, te adelantamos que no vas a poder ser disciplinado en todo, solo en aquello que realmente y previamente has decidido internamente que es bueno para ti, es tu prioridad y es lo que te apasiona. Toda disciplina va a requerir que descanses en algún momento, pero cuando la fuente proviene de la pasión por algo no te va a permitir que te retires o abandones.

Simplificar la toma de decisiones

La mejor manera de ser disciplinado es implementando hábitos en tu vida, de este modo simplificas mucho la toma de decisiones.

Por ejemplo: ¿Qué haré hoy en el trabajo? Pues aquello que haya planificado previamente en base a aquellas acciones y actividades de alta rentabilidad para mi negocio. Algo que trabajamos continuamente con nuestros clientes y algo también que muchas veces «falla» no por la metodología ni siquiera por aquellos aspectos que presuntamente no controlamos (interrupciones, imprevistos…), sino porque no hemos logrado incorporar internamente el hábito porque no creemos que sea realmente valioso para nosotros y por tanto encontramos resistencia y no lo hacemos. Esos obstáculos internos son los que necesitamos trabajar. En otras ocasiones lo único que nos frena es que nos enamoramos del resultado pero no del proceso. Otra de las cosas que tenemos que aprender a hacer.

Otro ejemplo más allá de nuestro área profesional, por ejemplo en nuestro área de salud podría ser: ¿Qué ejercicio físico realizaré hoy? Pues aquello que previamente hayamos acordado y planificado. Si, por ejemplo, los miércoles decido ir al gimnasio o quedar para jugar un partido de tenis pues es algo que introduzco en mi agenda todos los miércoles a la hora acordada y automáticamente voy a realizarlo y no lo cancelo por algún imprevisto porque es algo a lo que le doy prioridad y protejo.

Sistematizar los procesos

Esto lo podemos llevar desde el ámbito de la alimentación (con un menú semanal por ejemplo, donde ya no tengo que pensar qué como hoy…), hasta el ámbito de qué ropa me pongo. Si sistematizamos los procesos todo se vuelve más fácil porque hemos adquirido autodisciplina y hábito. Un hábito es aquello que tira de ti de manera automática. Así, procura sacar de tu rutina aquellos hábitos que no te benefician e introduce aquellos otros que consideres imprescindibles y beneficiosos para tu vida.

Si de verdad quieres conseguir algo, nada impedirá que lo logres. Si no es lo suficientemente valioso para ti, cualquier cosa, cualquier disculpa te servirá para no hacerlo y no creará en ti disciplina y hábito.

Los procesos automáticos tienen que ser más fáciles de hacer que de no hacer. Exigiría más resistencia no hacerlos que hacerlos, tienen que ser tan automáticos que no requieran esfuerzo.

Disciplina y Esfuerzo

La palabra disciplina proviene de «ser discípulo», lo cual significa vincularse de algún modo a una idea y ser discípulo de ella y por tanto hacer cosas para conseguirla.

«La mayoría de las personas equiparan la disciplina a la ausencia de libertad. En realidad ocurre todo lo contrario. Solo las personas disciplinadas son realmente libres. Las indisciplinadas son esclavas».

– Stephen Covey

Y es que la disciplina tal y como deberíamos de entenderla es como la máxima prueba de autoestima, ya que una persona que se aprecia y se valora a sí misma debería de estar dispuesta a darse a sí misma lo que desea y lo mejor para ella, ¿no crees?

Crea un hábito, hazlo automático y olvídate del resto… Introduce el amor y la pasión en todo lo que hagas. No te metas en nada que no ames al cien por cien o en lo que no crees al cien por cien o en aquello que no disfrutes. Déjaselo a aquellos a quienes realmente les encante hacerlo. Es lo bueno de que todos seamos diferentes y tengamos diferentes habilidades e inquietudes.

Persigue todas tus metas desde el amor y no desde el miedo. Yo no sé tú cuánto tiempo tienes pensado estar por aquí pero si tuviera que hacerte una recomendación es que te cuestiones si gran parte de las cosas que haces en tu día a día tienen sentido para ti, de lo contrario te animo a que escuches a tu corazón y comiences a introducir en tu día a día pequeños hábitos y acciones en los que si crees y amas sin prestar demasiada atención a los resultados. Si disfrutas con lo que haces, aportas valor a otros seres humanos, los buenos resultados vendrán solos.

La regla de las 24 horas

Pasa a la acción antes de 24 horas una vez que has tomado una decisión. Se trata de realizar una acción simple pero de forma inmediata. De esta forma rompes la inercia de pensar y no pasar a la acción. Empezar moviliza energía y comienzan los cambios, comienzan a suceder cosas.

Ante la duda, deja de pensar y muévete. Entre pensar y hacer elige hacer ya que el movimiento genera una química en tu cuerpo y en tu cerebro que te permite aprender de un modo más acelerado.

Presta atención a esta idea: lo que nunca has hecho no sabes si es fácil o difícil. ¿Si no lo has hecho nunca cómo sabes que es difícil?

Construye nuevos hábitos y ellos construirán una nueva vida. Cuando modificas tu comportamiento con disciplina (hábitos y rutinas) todo lo demás tiende a seguirle.

Cuando te comprometes y actúas la vida se suma a tu iniciativa y activa los recursos para que lo consigas. Si, estoy hablando también de tener una visión trascendente de la vida porque creo que en estos momentos la necesidad primera no está en conseguir más cosas o más éxitos, sino en descubrir quién eres y qué significado tiene la vida. Tener una visión trascendente de la vida no es un lujo o una moda sino que creo que es una auténtica necesidad y si la eliminas de tu vida es probable que no llegues a entender muchas de las cosas que te suceden en la vida.

«Pasar de la ambición al significado no te hace más perezoso. De hecho, te vuelves más activo. Haces más cosas y tu currículum se amplía. La lista de logros aumenta sin parar. Pero dejas de estar apegado a eso. Ya no lo necesitas. Vives más el proceso que el resultado».

– Wayne Dyer

Por último te animo a que pruebes a enamorarte de los procesos y no solo de los resultados, y a que te fijes en las causas de las cosas, no solo en los efectos. Los efectos de la falta de autodisciplina son importantes y ya te puedes imaginar que no te dejarán muy satisfecho. Fíjate en este otro ejemplo sobre la importancia de atender a las causas: el cambio climático. Fíjate que en la mayoría de los telediarios y noticieros a penas se habla de las causas y mucho de los efectos. Y mientras no prestemos más atención a las causas va a ser muy difícil que podamos atajar los efectos, de este y de otros asuntos, ¿no crees?

Ponte manos a la obra con tu autodisciplina, no importa si no logras hacer todo lo que te propones, en cantidad y calidad, porque poco a poco a base de practicar conseguirás ir mejorando tus resultados en las áreas más urgentes en las que hayas decidido ponerte a trabajar y pronto verás cómo cuando mejoras en un área de tu vida, las otras se contagian y se ven beneficiadas también. Este es el poder de la autodisciplina.

Enamórate del proceso y no solo del resultado, porque libre no es el que hace lo que quiere sino lo que debe, porque quiere.

No esperes a tener motivación para pasar a la acción porque puede que ésta tarde mucho en llegar o no llegar nunca. Ponte en acción con autodisciplina y la motivación aparecerá. ¡Pruébalo hoy mismo! (Antes de que pasen las próximas 24 horas 😉).

El principal factor que va a definir si lograrás o no tus objetivos se llama disciplina y constancia. Invierte en aumentar tu autodisciplina y pronto mejorarás tus resultados.

Recuerda: ¡Menos motivación y más autodisciplina!

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