GESTIÓN DE LOS EGOS EN LA EMPRESA
Para empezar vamos a definir que es lo que entendemos por ego. Ego es una de las palabras que cada vez se oye con más fuerza en todos los ámbitos y claro en la empresa también está presente y con bastante frecuencia porque muy a menudo los egos de las personas se ponen las botas en el ámbito profesional. Supongo que ya estás entendiendo a qué nos estamos refieriendo ¿verdad?
QUÉ ES EL EGO
Empecemos por el principio. En el ser humano coexisten dos «fuerzas» por así llamarlas, aquello que podemos denominar el ego, la máscara o la personalidad propiamente dicha y la esencia o nuestra autenticidad y verdadera naturaleza. Sí, ya sabemos que son conceptos que suenan un poco New Age, pero date el permiso para seguir leyendo, porque seguro que los vas a identificar rápidamente, sobre todo en los demás. Eso es lo habitual, y si profundizas un poco los verás también en ti.
Cuando nacemos lo hacemos en la más profunda dependencia e inocencia y pasarán muchos años hasta que podamos valernos por nosotros mismos. El mecanismo de defensa que va a adoptando la persona a lo largo de los años y de sus experiencias que le permite sobrevivir es lo que denominamos el ego. Es decir, adoptamos una máscara para protegernos de los peligros que creemos que nos pueden acechar. Es un mecanismo de supervivencia que se desarrolla y se va adaptando a lo largo de los años de tal manera que nos acostumbramos tanto a él que nos sentimos completamente identificamos con él y lo utilizamos para relacionarnos con el mundo de forma habitual, automática e inconsciente.
Tenemos que darnos cuenta de que estamos muy influenciados por nuestro entorno, por nuestra familia, por nuestra cultura y eso hace que muchas veces demos valor a cosas que no son importantes realmente para nosotros pero ni siquiera nos lo hemos planteado porque vamos en modo automático. Ahí es donde está actuando el ego como mecanismo inconsciente y si no nos damos cuenta éste dirigirá nuestras deciciones y nuestra vida.
El ego funciona como un piloto automático que se activa cuando el verdadero piloto, que debería estar al mando de la nave, está dormido.
Así pues el ego es ese mecanimo defensa que adopta la forma de máscara y que nos hace identificarnos con las cosas que poseemos, con las cosas que hacemos o con lo que los demás piensan de nosotros. Esto es un problema en el sentido de que si somos lo que tenemos, lo que hacemos o lo que los demás piensan de nostros y nos estamos identificando con ello, si todo eso desaparece, ¿quiénes seriamos nosotros? Es obvio que nosotros somos algo más que unos bienes materiales, lo que hacemos o lo que los demás piensan de nosotros. Intentar obtener nuestra valía desde ahí siempre nos dejará insatisfechos aunque aparentemente parezca que todo nos va bien.
QUÉ ES LA ESENCIA
Por el contrario la esencia, lo que somos o nuestra verdadera naturaleza es quienes somos en realidad una vez que nos desindenticamos de la máscara, es decir de quienes creemos ser.
En las empresas suelen salir a relucir con fuerza los egos, los personajes, las identificaciones con lo que hacemos, con nuestros cargos, con nuestros resultados, con nuestros aciertos y también con nuestras equivocaciones.
Con frecuencia en las reuniones de empresa las personas se echan en cara determinadas cosas y nos cuesta asumir responsabilidad sobre nuestro circulo de influencia, aquel en el que sólo nosotros podemos actuar y cambiar las cosas.
Hacer declaraciones como «porque tú no hiciste no sé qué» o «porque tú dijiste no sé cuánto» es muy habitual escucharlo en los entornos empresariales. Quien recibe ese tipo de mensaje como siente que se le está culpabilizando y se siente atacado enseguida reacciona a través de su ego defendiéndose. El ego no es más que un sistema de protección cuando la personalidad se siente atacada. Esto es muy común y la mayoría de las veces pasa desapercibido por las personas que lo realizan o si se dan cuenta ninguna de las personas suele querer dar su brazo a torcer por miedo a perder esa identificación con el falso personaje que se siente amenazado. Querer llevar la razón refuerza nuestro ego y nos pruduce cierta satisfacción aunque posteriormente nos sintamos insatisfechos. Cuanto más quieres tener la razón más controlado estás por tu ego.
Tu esencia es tu estado más auténtico. Tu estado más puro. Se le ha denominado también consciencia. Mientras que el ego está identificado con la mente, la esencia está identificado con esa consciencia, pura y primigenia. El sietema operativo del ego es la mente. El ego tiende a identificarse con ella y a creer que no hay mayor verdad que la que surge de la mente. Pero la mente tiene el inconveniente que tiende a ver las cosas en dualidad: bueno, malo, mejor, peor, aprobado, suspenso, etc. y generalmente todo lo ve sesgado y torcido, por eso ante determinadas situaciones cada uno solemos ver las cosas de diferente manera, porque en verdad la realidad es neutra, pero nuestra forma de interpretarla está demasisado condicionada por nuestras creencias, familia, cultura, religión o las costumbres de nuestro país. Así, la mente se comporta como un espejo roto que todo lo distorsiona.
El sistema operativo de nuestra esencia es la consciencia. Mientras que la mente se comporta como un espejo roto que divide y fragmenta la realidad, la consciencia se comporta como un espejo, reflejando la realidad, sin entrar en juicios e interpretaciones. Desde ahí podemos ser mucho más objetivos de lo que está ocurriendo y de cómo ponemos sobre situaciones, cosas y personas muchas veces juicios, quejas y valoraciones que no están en ellas sino en nuestra forma de mirar, que frecuentemente está muy sesgada y condicionada.
Cuando nos sentimos identificados con una idea tendemos a hacerla nuestra y la defendemos, y nos sentimos atacados por aquellos que la ponen en cuestión. Estamos tan identificados con nuestra mente y nuestra idea que nos cuesta escuchar otras opiones y si las escuchamos es para corroborar nuestra propia opinión. Esto lógicamente dificulta poder llegar a acuerdos dentro de las las organizaciones porque con frecuencia nadie está dispuesto a «perder». Ahí es donde está actuando el ego, que se ha identificado con esa idea y no es capaz de «soltarla». Se aferra a ella como si de una cuestión de supervivencia se tratara. Darnos cuenta de esa identificación, nos permitirá ser más flexibles y tolereantes y estar más abiertos a las ideas de otras personas. Ser capaces de ver otros puntos de vista y darnos cuenta de que nuestra idea no es la única válida. Llegar ahí no es fácil, sobre todo cuando venimos realizando esto de forma inconsciente durante mucho tiempo. Pero es algo que se entrena y que se puede conseguir.
Si no eres capaz de cambiar de opinión, no estás aprovechando todas tus posibilidades.
De este modo se llegan a originar discusiones y problemas de comunicación que lejos de resolver los conflictos los acrecientan. Da igual el tema, da igual el importe por el que se esté discutiendo (si es alto, las palabras se dirán con más fuerza y las oirán desde la sala de al lado). La realidad es que a nadie nos gusta que nos critiquen o nos señalen nuestros errores, algo muy típico dentro de las organizaciones sobre todo cuando quien lo hace ha adoptado una personalidad de perseguidor en que provoca al otro y lo culpabiliza. Como el otro se siente víctima de un ataque, contraataca. Ambos no se escuchan. En lugar de eso están pensando como contraargumentar para quedar por encima o hacerse con la razón. Si esto no se detiene se puede llegar a sacar en un momento todos aquellos errores y trapos sucios escondidos y camuflados desde hace años. Los egos de las personas se han apoderado de la situación.
CÓMO AFRONTAR LOS CONFLICTOS
Es importante afrontar los conflictos con responsabilidad dentro de las empresas y tenemos que llegar a ser capaces de afrontar cualquier asunto que pueda surgir, por muy problemático y doloroso que pueda ser. Esto demuestra madurez en las relaciones y nos hará crecer como personas, como líderes, como equipo y como organización.
Así, una de las primeras cosas que tenemos que aprender es a identificar nuestros egos, para eso es importante conocer nuestro modelo mental, aquella forma con la que venimos funcionando. Comprenderlo y aceptarlo. Si somos inconscientes y lo desconocemos actuaremos movidos por el ego y de forma automática cometiendo muchas torpezas dentro de nuestras comunicaciones y en las relaciones con los demás y esto vale tanto para la empresa como para fuera de ella.
IDENTIFICA TU EGO Y TU ESENCIA
Descubre por qué te comportas como lo haces. Qué te está moviendo a hacerlo de ese modo y por qué las personas que tienes al lado ante la misma situación responden o reaccionan de modo diferente. La respuesta es sencilla: cada persona ve la realidad en función de su modelo mental, interpretando la realidad de forma subjetiva. Entender esto y darte cuenta de que esto sucede es el primer paso y una primera batalla ganada a nuestro ego.
Lo habitual es que cualquier persona que haga algo maravilloso dirá: «yo lo hice», pero si hace algo desagradable dirá: «fue mi ego». Se criminaliza al ego. Siempre que te vuelves desagradable tu ego está ahí, pero cuando haces cosas buenas por supuesto que eres tú ¿no es así? . Seamos honestos con nosotros mismos: a veces somos maravillosos y a veces somos miserables; a veces somos amables y a veces somos impertinentes, esta es la realidad, no necesitamos buscar culpables. Lo único que necesitamos aceptar es que lo que sucede en nuestro interior lo hacemos nosotros mismos. Si llegamos a este punto, si vemos que somos miserables, que estamos enfadados… y que todo eso depende de nosotros querríamos cambiarlo, ¿no crees?
En las reuniones de trabajo o cuando te relacionas con otras personas dentro de un equipo, comienza por conocer cómo funcionas, presta atención a tu actitud y a tu vocabulario. Intenta no personalizar las cosas. Habla de «nosotros» cuando estés hablando de cosas que te gustaría conseguir como equipo u organización, en lugar de hacerlo de forma indiviudal salvo que sea para expresar cómo te sientes con respecto a algo. Cuando hacemos estos pequeños cambios nuestros interlocutores no se sentirán atacados ni sentirán que se les culpabiliza por algún error cometido. Expón las situaciones lo más objetivamente posible.
Veamos un ejemplo: Falta de rentabilidad en el proyecto «X»
Expón objetivamente y a través de números y datos objetivos el por qué de la fata de rentabilidad. Que ha pasado, qué «hemos» hecho posiblemente equivocadamente. Presta atención a tu lenguaje verbal y no verbal y a tu actitud. Procura que no den la sensación de «bronca» porque de lo contrario entrará en confrontación con el ego de la otra u otras personas que contraatacarán como mecanismo de defensa, de forma inconsciente y automática, puesto que detectarán un peligro y tenderán a defenderse del ataque.
GESTIONA TUS EMOCIONES Y COMUNÍCATE CON EFICACIA
Sé consciente de tus propias emociones, de cómo te sientes respecto al asunto y de cómo te sientes en el mismo momento en que expones el asunto. Esto te hará darte cuenta de muchas cosas, saliendo del modo insconsciente y automático en el que a menudo nos vemos envueltos. Cuando las situaciones son especialmente tensas, nuestras emociones nos dominan y nuestra parte lógica o racional está completamente bloqueada. Practica el estar presente y consciente, abre tus ojos y tus oídos. Esas son las mejores herramientas que puedes utilizar para que la exposición de tu propuesta sea eficaz.
Presta ateción no solo a tus propios sentimientos y emociones sobre el asunto sino también a lo que el otro expone y te comunica con su lenguaje verbal y no verbal. Detecta sus miedos, deseos y necesidades. Situate un plano por encima de la situación. Se cordial y recuerda que tú eres quien trae el asunto a la reunión, por lo que tienes un especial interés en él y seguramente alguna necesidad propia.
Sé cordial, detecta el estado del otro. Mantén una actitud positiva y abierta, comprensiva y empática.
Nos encanta hablar de lo nuestro. De nuestro libro. De nuestras dificultades, obstáculos y no tanto de nuestros sentimientos, que están camuflados en nuestro propio lenguaje verbal y no verbal y que nos pasa desapercibido si no estamos presentes y estamos en nuestros pensamientos.
Escucha los argumentos del «contrario». Detecta si hay falta de responsabilidad personal en lo que expresa, no entres a juzgar, simplemente detéctalo. Házselo ver sin entrar en lo personal. Ofrecele tu comprensión. Hazle ver la necesidad de hacerlo de otra manera por el bien del equipo y de la organización. Intenta llegar a un acuerdo con él o ella. Intenta llegar a un entendimiento. Sé resolutivo y práctico. No ofendas. Agradece. Y si el otro no lo ve o no piensa como tú, intenta comprender su forma de pensar y su modelo mental. Muestra tu punto de vista. Arguméntalo, no para tener razón sino para expersar la forma en la que tú ves el asunto en cuestión.
Aprende a expresar lo que sientes sin culpar al otro. Aprende a escuchar de forma consciente y abierta sin ponerte a la defensiva o sentirte atacado.
Intenta llegar a acuerdos ganar-ganar. Da un paso a atrás si es por el bien del equipo. No querer imponer tu postura y ceder ante determinadas situaciones te hará ganar en flexibilidad y comprensión. Sé práctico, no entres en conflictos con tu propio ego y el de los demás.
Una buena manera de gestionar los egos en las empresas es a través de la figura de un Coach profesional externo en vuestras reuniones de trabajo. Alguien que pueda observar objetivamente y haceros ver desde fuera lo que allí está ocurriendo para que de este modo podáis daros cuenta de cómo venís funcionando como equipo y dónde están las dificulatades para poder mejorar vuestros resultados y vuestra comunicación para así poder avanzar hacia la consecución de mejores resultados y una mayor satisfacción laboral, profesional y personal.
Si deseáis recibir más información sobre nuestros servicios de Coaching Ejecutivo y Empresarial, no dudéis en contactar con nosotros, estaremos encantados de poder aportar valor en vuestros negocios y colaborar en la mejora y la consecución de vuestros objetivos.